17/01/2025 strategic-culture.su  7min 🇪🇸 #266377

¿por qué Maduro no cayó?

🇸🇹

Raphael Machado

El año 2025 presentará una nueva fase de desafíos, dado que se pueden anticipar nuevas formas de presión bajo el gobierno de Trump.

Escríbenos: infostrategic-culture.su

Nicolás Maduro fue investido hace pocos días como Presidente de Venezuela una vez más, previendo que gobernará el país hasta 2031. Su toma de posesión representa una victoria significativa para Venezuela, ya que sectores de la oposición e incluso actores políticos extranjeros habían llegado a prometer que Maduro jamás sería juramentado.

En vísperas de la ceremonia, Edmundo González y María Corina Machado intentaron movilizar a la población para impedir la investidura. Sin embargo, según la información disponible, solo unos pocos miles de opositores se congregaron en Caracas exigiendo que González asumiera la presidencia. La protesta fue rápidamente disuelta, y María Corina Machado fue arrestada, no por manifestarse contra Maduro, sino por enfrentar condenas previas y nuevas acusaciones graves relacionadas con intentos de desestabilización y golpe de Estado contra su propio país.

Estas manifestaciones se suman a una serie de protestas desencadenadas tras las elecciones presidenciales y a la captura de varios mercenarios extranjeros supuestamente involucrados en conspiraciones para ejecutar atentados terroristas en territorio venezolano. A pesar de estos planes y de las sanciones internacionales, la toma de posesión de Maduro no pudo ser impedida.

Es evidente que aún es pronto para afirmar si Maduro logrará completar su mandato en medio del contexto internacional actual, marcado por conflictos y con Marco Rubio como Secretario de Estado de los Estados Unidos. Sin embargo, resulta notable que el presidente venezolano haya resistido sanciones, intentos de asesinato, infiltraciones, revoluciones de colores y varias acciones de desestabilización para asumir la presidencia por tercera vez.

Una de las claves de esta resistencia ha sido el mayor reconocimiento internacional que Maduro ha logrado en los últimos años. Comparando el respaldo internacional tras las elecciones de 2018 con el obtenido en 2024, se observa un aumento en el número de países que reconocen los resultados. Si bien muchos países mantuvieron relaciones tácitas con Venezuela, el reconocimiento oficial refleja una posición más sólida en el ámbito global.

Por ejemplo, países como Catar, Laos, Uzbekistán, Azerbaiyán y Serbia, que no se pronunciaron en elecciones anteriores, esta vez reconocieron rápidamente la victoria de Maduro. Honduras, que no aceptó los resultados en 2018, también lo hizo ahora. Además, numerosos países africanos, como Sudán, Malí, Zimbabue, Namibia, Mozambique y Guinea Ecuatorial, felicitaron públicamente a Maduro por la continuidad de su gobierno. Países como Rusia, China, Irán, Turquía, Cuba y Bolivia, que ya reconocieron los resultados en 2018, reafirmaron su apoyo en 2024. Esto otorga a Venezuela una posición más estable en el escenario internacional.

Otro factor crucial para el fracaso de la oposición ha sido su incapacidad de presentarse como una alternativa unificada. Desde que Maduro asumió el poder, la oposición ha estado marcada por divisiones internas entre partidos y líderes con estrategias divergentes para abordar la crisis. Mientras algunos sectores abogan por el diálogo, otros insisten en métodos confrontativos, incluyendo intentos de golpe y llamados a la intervención extranjera.

Estas divisiones han minado la credibilidad de la oposición ante el electorado. Muchos venezolanos descontentos con la situación actual no ven en la oposición un liderazgo confiable ni una propuesta clara para reconstruir el país. Figuras como Juan Guaidó, que alguna vez contaron con amplio respaldo internacional, han perdido fuerza debido a promesas incumplidas y la falta de resultados concretos.

Así, el panorama actual evidencia que la resistencia de Maduro no solo se debe a su capacidad para consolidar apoyo interno y externo, sino también a la falta de cohesión y estrategia efectiva por parte de una oposición debilitada y dividida.

El caso emblemático es el intento de reemplazo de María Corina Machado por Corina Yoris como candidata presidencial en 2024. Sin embargo, la candidatura de Corina Yoris fue rechazada porque no cumplía con el requisito de apoyo necesario por parte de los partidos políticos registrados. La oposición ya tenía sus propios candidatos, entre ellos Edmundo González, quien se negó a respaldar a Yoris e impuso su propia candidatura en detrimento de María Corina.

Por otro lado, otros partidos de la oposición también se negaron a apoyar a González y presentaron sus propios candidatos. En estas condiciones de fragmentación y divisiones sectarias, ha resultado extremadamente difícil para la oposición construir una movilización unificada, lo que, evidentemente, beneficia a Maduro.

Simultáneamente, la modesta pero perceptible mejora económica de Venezuela también ha contribuido a diluir el ambiente propicio para revueltas, golpes de Estado y otros actos de insubordinación e insurrección. La producción de petróleo, que alcanzó sus niveles más bajos en 2020 y permaneció en niveles similares durante los años siguientes, volvió a alcanzar el nivel de 2019, situándose en aproximadamente un millón de barriles diarios.

Por su parte, la inflación acumulada, que en 2018 llegó a la cifra astronómica de 1.698.488%, ha disminuido gradualmente hasta alcanzar el 86%, el mejor índice desde 2014. Asimismo, el país creció un 6,2% en 2024, alcanzando aproximadamente 102 mil millones de dólares, acercándose al nivel de 2017. La pobreza extrema, que incluye la inseguridad alimentaria, también habría disminuido hasta aproximadamente el 50%, un nivel similar al de 2015-2016.

A pesar de que el país aún enfrenta problemas profundos y está lejos de los niveles económicos óptimos alcanzados entre 2009 y 2012, las mejoras actuales ya representan una situación significativamente diferente para una población que ha vivido una de las peores crisis económicas de la historia durante más de una década.

Finalmente, las Fuerzas Armadas, en particular, desempeñan un papel crucial. Maduro ha sabido cultivar una relación de lealtad con los militares, garantizándoles privilegios económicos y políticos, además de integrarlos al proyecto bolivariano. Este apoyo militar es un factor clave para su permanencia en el poder, ya que asegura estabilidad frente a crisis internas y externas.

Un elemento distintivo se encuentra en la educación militar venezolana, especialmente a partir del Plan Andrés Bello de 1971, el mismo año en que Chávez inició su formación militar.

Bajo este proyecto pedagógico, la Academia Militar de Venezuela fue diseñada para funcionar como una institución de educación superior, ofreciendo no solo una formación técnico-militar apolítica, sino también una enseñanza en disciplinas humanísticas (historia, ciencia política, sociología, entre otras) con un enfoque nacionalista.

Mientras tanto, en otros países del continente, el currículo militar era puramente técnico, diseñado para formar obedientes sin pensamiento crítico, o bien impregnado de contenido ideológico atlantista. De una manera u otra, con la excepción de Venezuela, las academias militares en toda América Latina estaban organizadas bajo la inspiración e influencia de Estados Unidos.

En este sentido, Chávez no es un fenómeno individual. Toda su generación de oficiales, así como las que le siguieron, consistió en oficiales nacionalistas con un conocimiento amplio en diversas áreas del saber y un vínculo profundo con los intereses de su patria y el proyecto de Simón Bolívar, a quien consideraban su heredero.

Todos estos elementos fueron fortalecidos por el propio Hugo Chávez desde el momento en que asumió el poder, siendo él mismo un alto oficial militar.

El resultado es un sistema sincrético cívico-militar, caracterizado por la politización de los militares (quienes, según Chávez, debían ser "soldados políticos") y la militarización de la sociedad.

En Venezuela, por ejemplo, muchos ministerios y otros cargos administrativos están ocupados por militares, quienes, según el Poder Judicial, pueden participar libremente en actividades políticas. La policía también está bajo control militar, al igual que los organismos de inteligencia, ya que se considera que, dado el cerco y las amenazas constantes contra el país, estos aparatos solo pueden operar con cierta eficacia bajo mando militar.

Además, los militares desempeñan un papel importante en la economía, dirigiendo PDVSA y varias otras empresas estratégicas, tanto en la industria bélica como en sectores logísticos, de transporte y otros.

Es importante mencionar también -ya que hablamos de la militarización de la sociedad- a la Milicia Bolivariana, un cuerpo de ciudadanos armados que cuenta con cientos de miles de miembros.

En estas condiciones, lo que observamos es un sistema sui generis en el que las fuerzas políticas fundamentales son: Presidente-Ejército-Pueblo.

El resultado final de todos estos factores es una Venezuela más resiliente frente a las presiones internas y externas. Sin embargo, el año 2025 presentará una nueva fase de desafíos, dado que se pueden anticipar nuevas formas de presión bajo el gobierno de Trump.

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